El Valle de Aconcagua, especialmente gracias a Errázuriz, tiene una bien ganada reputación con sus cabernet, sobre todo aquellos que vienen de los suelos coluviales de las laderas de los montes. Este es una buena puerta de entrada a esos tintos. Ofrece aromas especiados y herbales, unidos a frutas rojas maduras en un cuerpo medio, de taninos bien definidos.
El nombre de esta bodega es inseparable del Valle de Aconcagua, su lugar de origen. En 1870 el empresario Maximiano Errázuriz plantó allí, en la localidad de Panquehue, 90 kilómetros al norte de Santiago, los primeros viñedos de la empresa, desafiando las convenciones de una época en la que lo lógico era plantar en la zona del Maipo. La apuesta de Errázuriz expandió en ese entonces el límite norte de la naciente viticultura moderna chilena y actualmente es la bodega más importante dentro de un pequeño grupo de productores de Aconcagua. Tras más de un siglo enfocada en la parte central del valle, estos últimos años Errázuriz ha crecido hacia la costa, desarrollando viñedos donde el clima es más fresco, como los plantados en el año 2005 en el sector de Manzanares, a 15 kilómetros del mar.
