Altair viene de los sectores más pedregosos del viñedo que San Pedro tiene en la zona de Alto Cachapoal, hacia los pies de los Andes, y de viñedos de unos 20 años. El blend de esta añada tiene un 82% de cabernet sauvignon, 9% cabernet franc, 7% syrah y el resto de carménère. Tiene crianza (un 70% de barricas y un 30% fudres) por unos 16 meses, para luego hacer la mezcla de las variedades y llevarla a fudres por cinco meses más. En el desarrollo de este vino, que se viene produciendo desde 2002, este es un gran paso adelante en la idea de interpretar un lugar, sobre todo por el nivel de claridad y frescor que ofrecen los aromas y sabores frutales, frescos, directos. Hay frutas rojas, hay notas herbales, tonos especiados y terrosos, pero sobre todo esas frutas maduras que se expanden por el paladar con su frescor y profundidad. Uno para tener en cuenta a la hora de echarle un vistazo al carácter de los vinos andinos de Cachapoal.
Su producción anual de más de 140.000.000 de botellas sirve para dimensionar la magnitud de San Pedro, entre las más importantes viñas de Chile y también de las más antiguas (nace en 1865). Esa cifra considera todo el espectro de vinos que produce San Pedro, que van desde etiquetas económicas hasta lujosos vinos íconos. En los últimos años, y en línea con algunos cambios de la industria, se han expandido más allá de los valles de la zona central (su centro de operaciones está en Molina, Curicó), llegando al Valle del Elqui, por el norte, e Itata, por el sur.
