Carmín de Peumo nace del cuartel 32 del viñedo Peumo, junto al río Cachapoal, en el valle del mismo nombre. Y es una selección de parras plantadas hacia fines de los años 80, en suelos de granitos y arcillas. Tiene un 5% de cabernet franc de Puente Alto, en el Alto Maipo, que de acuerdo al enólogo Marcio Ramírez, le ha dado algo de nervio a la fruta suculenta del carménère. Tras un año de barricas, con un 60% de ellas de formatos grandes de 500 litros (85% de madera nueva), este se siente una seda, un chocolate relleno de mermelada que se disuelve o, mejor, que se derrite en la boca dejando una sensación cremosa y jugosa, acompañado de una acidez que no se percibe tanto, pero que cumple su rol de refrescar, de dar equilibrio. Una excelente y generosa añada de este clásico que se viene haciendo desde 2003.
La bodega más grande de Chile y Latinoamérica tiene más de nueve mil hectáreas de viñedos en las principales zonas del país, desde Limarí hasta Maule. Fundada en 1883 por el político y empresario Melchor Concha y Toro, la empresa inició un siglo más tarde una revolución interna de la mano de la familia Guilisasti y el gerente general, Eduardo Guilisasti. Ese proceso, que los llevó a liderar la industria, estuvo enfocado en modernizar la bodega y, particularmente, en expandir sus viñedos y dar con los terruños adecuados para sus muy diferentes líneas, que hoy van desde la masiva Frontera hasta íconos como Don Melchor, a cargo del enólogo Enrique Tirado. Como director técnico del grupo se encuentra Marcelo Papa.
