Las parras para Kuyen viene de las plantaciones que los Espinoza hicieron alrededor de su bodega, en 2003, cuando comenzaron con este proyecto. Este año tiene un 53% de syrah, un 28% de cabernet sauvignon, 13% carménère y el resto de petit verdot. Es jugoso, muy enfocado en los sabores frutales. El calor de la cosecha no se siente; en cambio, hay notas florales en medio de unos taninos muy bien pulidos, pero aún así con el filo suficiente como para carne. La acidez brilla.
Álvaro Espinoza es de los enólogos más influyentes de Chile. Fue pionero en varios ámbitos: en la viticultura orgánica y biodinámica, donde es referente en Latinoamérica; en el redescubrimiento del carménère, etiquetando el primero (con el sinónimo de grande vidure) tras aparecer en los viñedos de Viña Carmen; y también en emprender un proyecto independiente, Antiyal, cuando en la escena nacional no existía esto -hoy tan común- de que un enólogo hiciera su propio vino. Establecida en 1998 en Huelquén, Alto Maipo, donde Espinoza levantó a pulso una pequeña bodega junto a su familia, Antiyal partió siendo solo una etiqueta, un vino homónimo, una mezcla tinta de la que en 1998 se lanzaron tres mil botellas. Hoy la producción total ha crecido a 40.000 botellas en tres líneas de vinos.
